domingo, 4 de septiembre de 2016

Javier

esta tarde encontré
dentro de un viejo cuaderno de apuntes 
la foto de un amigo muerto

se llamaba Javier
la foto lo muestra de pie, en cuero y pantalón corto
 no mira a la cámara
no sonríe
hay algo de marcial o de beatífico en su postura
el epígrafe dice "Mar del Plata. 1992"

Javier solía llamarme todos los miércoles
siempre luego de las dos de la mañana
y me leía
estaba obsesionado con los castillos medievales
 sus poemas hablaban
 sobre fantasmas de caballeros derrotados
 que vivían en secretos laberintos subterráneos
y que soñaban con desflorar a pálidas doncellas
frente a la mirada furtiva del rey

Javier fue el primero que me habló sobre Whitman y Pound
sobre Pizarnik,
sobre Olga Orozco,
sobre Juanele Ortíz,
sobre Héctor Viel Témperley,
sobre Juan Manuel Inchauspe,
sobre Jorge Teillier,
sobre la poesía concreta brasileña,
sobre los poetas de las villas del conurbano bonaerense,
sobre la poesía en prosa y sin rima,
sobre la poesía sufí
 
sabía sentencias del I Ching de memoria
que recitaba mientras armaba un cigarrillo
luego de hacer el amor y estar vacío

"un poema no es bello si no duele", decía
"el poema nace de la ausencia
o del miedo", decía

Hoy es domingo
escribo esto en mi habitación
en el cuarto de abajo mi hija llora
tendré que ir a ver qué le pasa.

la entrega

Mi carne es
alimento que entrego
en silenciosa ofrenda
a las manos callosas
que me sacan del mar
Asciendo
bendecido por la espuma
Los pájaros me reciben
su canto me vuelve ufano
Brillo. El sol dora mis escamas plateadas
Mi sal purifica las heridas del viento

Me desgarrarán
Me masticarán
Seré alimento primigenio
Mi carne nutrirá su carne
y fundido en su sangre
nadaré para siempre